Canta

Quien canta sus males espanta. Y es totalmente cierto. No hay nada como cantar, tararear o silbar alto, muy alto. 

Yo suelo hacerlo en el terrao mientras tiendo o recojo la ropa. O en el coche. Cualquier sitio donde te sientas libre, donde sepas que nadie te escucha y puedas dar lo mejor de ti sin vergüenza. 

Después de haber pegado unos gritos, te sientes más feliz. Es como una meditación forzada, porque te concentras en la melodía y no piensas en nada más. Testado y certificado. 

Cantad, malditos! Cantad! 

Comentarios